21/8/2017 Berducedo - Grandas de Salime


Extraño Berducedo, donde se supone que los peregrinos hacemos parada por la dureza de los kilómetros recorridos, el recibimiento es dudoso, hace desconfiar, y, en algunos casos, se ve como claro abuso. Una pena.

Flavia, de Suiza, en un momento de ternura (o agotamiento)

Todo lo contrario que en La Mesa. Segundo desayuno en una hora: una tortilla, plato de jamón y queso, que pruebe también la leche que es de sus vacas, el bizcocho de arándanos. Casi hacen ellos también la Coca-cola. Si hace falta hasta te dejan su propia cama. Todo por la voluntad.

A la derecha, Cristina, acompañada de su madre y su hermana (creo)

Camino en dirección a la presa de Salime. Desde lo alto, detrás del bosque quemado, se ve el embalse. Llegaremos a los 38º, y el agua ahí abajo. Me baño, seguro.


El descenso lo dedico a buscar un acceso fácil para bajar al agua. En esto me vuelvo a encontrar a Joanna, que andaba dudando si iba por la senda buena. "Siempre adelante, todo recto", y salió una nueva máxima: "un peregrino perdido es un peregrino perdido; dos peregrinos perdidos es una nueva ruta".
Curiosas las construcciones auxiliares que se hicieron para las obras de la presa 

Joanna desde el mirador de la presa

En esto veo un hueco para ir al agua. Fuera todo y a sentirme fresco, sin polvo, flotando.



Para variar, este último tramo es difícil, vuelven a faltar las fuerzas y sube el calor.

Un peregrino que salió desde París
Como hoy toca despedida (David, Miguel y, posiblemente, yo también) pensamos en darnos un homenaje.

Después de la típica cerveza de la llegada, vamos a comer y venga sidra. Y un carajillo. Volvemos al bar para ver si tenemos sitio para dormir. Mauro nos ofrece su habitación, allí dormiremos cuatro en una cama individual y otra de matrimonio. Con esa tranquilidad, justo debajo de la pensión están Jozantonio y su gin-tonic. Otro para mí.

José, Ricardo, de Valencia ambos, Jozantonio de Ubrique, André e Inés

Un par de ciclistas que el año que volverán para hacerlo a pie, José y yo en actitud más que distendida, Joanna, Ricardo, Jozantonio, Justin, André e Inés. La ONU



En la terraza del bar vamos haciendo el corro cada vez más grande y siguen las rondas, se apunta todo peregrino, de a pie o ciclista, mezclamos grupos, lío. Terminamos tarde y perjudicados, qué se le va a hacer. Todos felices, olvidamos que mañana nos espera.

Inés con otro par de esforzados ciclistas

Esto se anima/complica 

Y hubo momentos peores, de esos de sincerarse


El dueño del bar, a pesar de la caja que le habíamos hecho


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