22/8/2017 Grandas de Salime - A Fonsagrada


A las 6:10 de la mañana me llama Miguel, que enseguida sale el autobús. Buf, tengo que elegir entre cuatro horas y media de curvas hasta Oviedo, muerte segura, o arrastrarme casi 30 Km hasta Fonsagrada, también muerte segura. Lo menos malo, y donde dependo de mí: caminar.

Hago fotos por compromiso, no ando con el espíritu para mayor entrega

Mal dormido, empiezo a a andar despacio, sabiendo que el día va a ser largo y es fundamental dosificarse. Para despertar, una cuesta larga hasta llegar al puerto del Acebo. Se me hace interminable, lamiendo las sombras.


En la bajada cruzo de Asturias a Galicia. Este madrileño con el que coincido desde el primer día viene de Irún

En cualquier sitio donde puedo meter líquido al cuerpo, paro y me recupero. Incluso cuando parece que quedan solo 5 Km para llegar, al ver una sombra en la hierba me tumbo, y si puedo dormir, mejor.

Algunos peregrinos se paraban para ver si estaba bien. Mala cara no tengo...

Esta es la libertad del Camino, mejor dicho, de hacer solo el Camino. Tenemos que pensar en cuidarnos para poder seguir, y da lo mismo si un día estás fuerte o débil, haces lo que necesitas.

Aquellos 5 Km eran como 7, y de regalo una subida mortal hasta el pueblo. No recuerdo las veces que paré.

A la llegada, bastante tocado, me encuentro a Michela, Peter, Ornella, Joanna y el francés que viene de París, y poco a poco me voy rehaciendo en la comida.

Lo que tomaré el resto del día será líquido (sin alcohol) y fruta, todo despacio.


Conforme han ido pasando los días he ido entrando en una cierta rutina, lo que no deja de ser normal. En una semana te vas situando, te rodeas de gente, los sentidos se llenan. Luego pasas a hacerlo más interior, a sentirte a solas contigo mismo. Hay que saber reconocer este estado para continuar fotografiando, escribiendo, en un plano superior de abstracción. De aquí a la metafísica en tres semanas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario